Montag, 5. März 2012

La neurodermítis y psoriasis desde una visión jungiana

Escrito por Ricardo Holland
Cuando al principio del siglo pasado Freud y Jung comenzaron a descubrir que existen problemas graves relacionados con desordenes provenientes de la psique, o sea, cuando revelaron la existencia de una instancia psíquica, que era para esa  época aún desconocida, llamada inconsciente, causó enorme conmoción y al mismo tiempo un rechazo inicial por parte del mundo de la ciencia médica. Hoy en día  se dá la tendencia contraria, ya que se vé en el alma al  origen de la mayoría de enfermedades físicas, siendo esta la razón por la que un trabajo en conjunto entre la Medicina y la Psicología se haya tornado  indispensable. Hoy sabemos que, problemas psíquicos que generen tristeza, iras, ansiedad,   originan y empeoran serios cuadros clínicos de enfermedades físicas.

Para entender más claramente la influencia psíquica en el cuerpo basta analizar la catástrofe natural causada por el  terremoto en Japón del año de 1995 cuando murieron casi 6000 mil personas. Muchos de los sobrevivientes desarrollaron enfermedades de la piel o empeoraron cuadros de enfermedades ya existentes.
Se han realizado diversos  estudios que comprueban que las personas que sufren de psoriasis o neurodermitis pasaron por  experiencias traumáticas, que se agudizan,  cuando la persona es sometida a una carga emocional grande, por ejemplo durante  exámenes de escuela o universidad,  en confrontaciones debido a conflictos  con miembros de la familia, colegas del trabajo, vivencias de agresión o miedo, etc.

Esta enfermedad de la piel es un dolencia auto-inmunológica. El ser humano desarrolla una sobreproducción de células, como si quisiera construir un escudo entre él y el mundo. Está en un estado psíquico de alarma y el cuerpo es influenciado por el alma, la cual está a sufrir o a gritar simbólicamente a través de la piel.


                                                          Disenho realizado por Amadeu Brigas


Hoy en día sabemos, desde el ángulo de vista de la medicina convencional, que la hormona cortisol ayuda a que las inflamaciones causadas por un exceso de adrenalina y noradrenalina sean superadas. En casos de mucha tensión y de larga duración de esta, puede suceder  que el cuerpo ya no tenga la capacidad de producir suficiente cortisol y si la tensión psíquica continua, el problema puede agudizarse.

Esta situación, en que la persona no es capaz de confrontar su problema, exige  un esfuerzo de adaptación enorme que le produce mucho estrés. Esto se dá cuando la persona no logra solucionar su problema sin ayuda externa, debilitándose cada vez más  su condición, la cual se originó  por un complejo no resuelto generado en  la infancia o en la etapa adulta.  Esta situación induce a que el  sistema inmunológico  trabaje de manera exagerada y desenfrenada. Se produce una alteración hormonal, lo nervios reaccionan excesivamente,  aumentan los batidos del corazón,  sube la presión arterial o baja drásticamente, el cuerpo se prepara para huir.

Carl Gustav Jung mediante sus experimentos de asociaciones se dio cuenta de la medida relevante en que   la psique puede afectar al cuerpo. Sus primeros experimentos en esta área los realizó en el año de 1904 y pudo constatar, cuando pedía a sus pacientes que hicieran una asociación libre de varias  palabras escogidas  para el experimento, que se  daban reacciones diferentes en el cuerpo de acuerdo a la intensidad emocional que correspondía a  esta  palabra con carácter simbólico para el paciente. 
 Estas palabras, luego de un discernimiento entre un conjunto de ellas, van a permitir descubrir  la existencia de un complejo, el cual es el núcleo de la  enfermedad. El complejo está en  la mayoría de los casos  tan reprimido que se separa de la  consciencia.

A partir de 1905 incluyó Jung  el galvanómetro y el Marey- pneumonógrafo para medir las reacciones de estas palabras en el cuerpo. Con ello vio que la psique no sólo afecta de manera directa a la piel sino también al sistema respiratorio.  Jung puso electrodos del galvanómetro en las manos,  en los dedos de las manos y de los pies, cara, pies, orejas, nariz. Donde  pudo observar que hubo  reflejos eléctricos  al  ser confrontado al paciente  con las palabras estimulantes de su complejo y también cuando era confrontado con sentimientos fuertes de miedo, rabia,  alegría.  Con ello Jung vio que existe un reflejo galvánico físico producido por un estímulo psíquico y que este  también altera la respiración. Cuando este estímulo es constante,  se habla de un   complejo, el cual al no ser tratado puede en casos específicos afectar o empeorar  problemas de la  piel, generando en situaciones extremas  neurodermitis o psoriasis.

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