Publicado por Ricardo Holland, derechos de autor.
El ser humano concebido desde su totalidad, tanto con su lado físico, mental y espiritual tiene una misión en la vida. Es interesante saber acerca de los misterios de su génesis, los que lo ha ocupado desde que existe como un ser total, o sea, desde la existencia de las primeras luces de la conciencia, cuando comienza a separarse del mundo animal. En el momento en que se cuestiona acerca de su presencia en el mundo, da el salto, aunque sea al principio de la consciencia aún muy elemental, hacia el universo. Pero esto no es otra cosa que el contacto consciente con su pasado y futuro , el cuestionamiento a la pregunta: de donde vengo? A donde voy? da el salto cuando conscientemente busca el lado a- espacial –temporal. La transformación se debe a que la humanidad, en el proceso de evolución de cientos de miles de años, parte de una etapa inicial, la llamada arcaica hasta llegar a la dimensión racional actual . Hoy el ser humano, especialmente el europeo, está enfermo por su racionalidad radical, la que viene desarrollándose hace varios siglos. René Descartes con sus palabras famosas “Cógito Ergo Sum” “Pienso luego existo”, aduce de lo que la humanidad padece hoy en día. Sufre debido a su estado mental racional, objetivo, a-sentimental, separado de lo humano cualitativo, favoreciendo lo cuantitativo. La ciencia puramente materialista ve al ser humano como un objeto queriendole amputar al sujeto, a su individualidad, por lo que pasa a ser un número más, dentro de la estatística.
El hombre, la mujer, no tiene que volver a sus raíces, debe hacer el proceso inverso, pero desde el nivel al que ha llegado, sin tener que hacer una regresión, mas bien una progresión en el que sería capaz de contactarse con las etapas de su evolución y del universo , lo que lo lleva dentro de él, el microcosmos, su esencia. El problema se da cuando su etapa racional categorizante lo ha separado de su integralidad. El momento en que abra las puertas a su lado secreto, INITIARE, como lo menciona el psicólogo alemán Karlfried Graf Dürckheim, empezará el camino hacia el desarrollo de una nueva dimensión mental correspondiente a su vez al proceso de evolución de la humanidad.
El ser humano está lleno de seguros, tiene la fiebre de querer agarrarse a lo material, a lo térreo, ctónico, sin darse cuenta que esto es imposible, invirtiendo mucho trabajo y energía en su ambición, lo cual se transforma una y otra vez en un acto fallido. Lo espacial y temporal se convierte en su perdición. Cada cultura cuando se ha sobrematerializado, ha llegado al final de su desarrollo, como lo menciona la fábula del rey Midas quien murió de hambre por haber conseguido su meta, caracterizada en que todo lo que tocaba se convirtía en oro. Con otras palabras el ser humano se deshumaniza en lo puramente material.
La ciencia clásica contemporánea excluye un lado y acepta otro, promueve el dualismo llevando al ser humano al gran problema de la dialéctica entre consciencia e inconsciente. La separación de los dos lados es lo que le produce la enfermedad interior y el sufrimiento. La frialdad de su raciocinio ha querido amputar la vivencialidad de su alma, pero esto es imposible, su inconsciente no sólo que se revela, sino que le produce aniquilación psíquica tanto en lo individual como a un nivel colectivo, tal como sucedió en el Holocausto y como sucede en las guerras absurdas y movimientos fundamentalistas actuales. Carl Gustav Jung muy preocupado por esta división interior, ya previno a la humanidad de este peligro. El ser humano simbólicamente, es como un árbol que está a crecer cada vez más alto, pero sus raíces no van a soportar equilibrar su altura.
El camino debe ser, el dar un salto simultáneo, tanto abajo, como arriba. Gracias a la “Gran experiencia” debemos transformarnos con nuestra totalidad, o sea, a un estado de consciencia que crezca hacia lo cósmico, la “Gran Consciencia”. Para ello debemos abrir nuestras puertas a lo a- espacial-temporal, ordenar nuestro inconsciente personal, entrar en el inconsciente colectivo y luego en lo cósmico, pero no sirviéndonos de movimientos esotéricos porque ellos usan la regresión de la consciencia a un vivel mental mágico. Estas corrientes, las que están proliferando, son sólo actitudes reactivas frente a un materialismo radical, unilateral. Ellas hacen que la persona proyecte su interior, como se lo hacia en la edad media y anteriormente. La persona, en este proceso oscuro, inconsciente, cae en la manifestación de su "complejo", el cual tiene fuerza autónoma y diferentes personalidades, tal como lo menciona C. G. Jung. El problema se da porque las personas aceptan este fenómeno como fuerzas que se manifiestan fuera de ellas, imposibilitandolo su capacidad de transformación a través de un trabajo interior, ya que será el destino o el poder de otras personas quienes determinen sus vidas. La cultura tiende a compensar un extremo mental por otro extremo a-material, pero ciego, anulando su capacidad de raciocinio y perdiendo su autonomía. No debemos creer en el mito de la existencia del Papa Noel, o sea, en que los problemas personales y de la humanidad puedan transformarse debido a un fenómeno fantástico e ilusorio, como por arte de magia o sugestión. El verdadero camino es "la búsqueda de la verdad", estando en primer plano, la búsqueda de la realidad interior separándonos de la proyección.
Este camino se debe dar mediante el crecimiento de la consciencia. Debemos ser viajantes en nuestro mundo interior. En la medida en que entendamos nuestros procesos interiores traeremos cada vez más luz
a nuestro inconsciente y creceremos a un nivel de una consciencia superior. Debemos abrirnos con la consciencia a la "inmanencia transcendente" en la medida en que aprendamos a dejar la consciencia cuando sea necesario, pero sin perderla, o sea, sin caer en la oscuridad de la magia, porque esta no deja que crezca la personalidad, ya que anula la consciencia. Como concecuencia de esto el ser humano retorna a un estado primitivo, regresivo, infantil.
Para crecer espiritualmente, para realizar este camino interior, llamado con C. G. Jung, el camino de individuación, debemos de integrar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma, debemos trabajar con la totalidad de nuestro ser y con todas las etapas de nuestra evolución, considerando nuestro paso por la tierra y lo anterior a ella, lo cósmico.
VIGO